sábado, 6 de diciembre de 2008

El final de las utopías decimonónicas (1ª parte)

Si para muchos el año 1989 con la caída del muro de Berlín, es el final del comunismo como modelo de estado, el año 2008 va a ser un hito similar para el liberalismo.

El liberalismo y el comunismo son los dos grandes paradigmas económicos de la historia contemporánea y ambos han demostrado no ser más que modelos teóricos utópicos, incapaces por diferentes razones, de regular de forma aceptable las transacciones de bienes y servicios entre los seres humanos.

Voy a centrarme ahora solo en el carácter económico de ambos modelos, ya que la parte social casi en ningún caso ha ido unida a la económica, sobre todo en caso del liberalismo, que históricamente ha ido asociado al conservadurismo como modelo social.

El error principal de ambas teorías está en la génesis de su definición, pero tienen un sentido opuesto. El comunismo parte de una premisa acertada y es que la formulación del modelo económico, se diseñó para servir a los individuos y el objetivo primario está en cubrir las necesidades básicas de todos, sin distinciones. Este, puede ser un sistema valido en economías de subsistencia en el que las transacciones terminan equilibrándose y no se producen plusvalías, pero para que el sistema comunista exista, tenemos que eliminar las plusvalías y aquí llega el gran problema al que el comunismo no ha encontrado solución: ¿Cómo distribuir recursos escasos entre una gran población? Es decir, como repartir, por ejemplo, 15 pares de zapatos entre 10 personas. La respuesta del comunismo soviético y sus satélites fié igualar por abajo a todos los ciudadanos y dar los recursos a una pequeña élite del partido comunista, que en muchos casos no estaba ahí por su merito. Mirando el ejemplo, sería dar un par de zapatos a cada uno y el resto se distribuye entre los miembros del partido. Y sin embargo, aquí está la fuerza principal del liberalismo como modelo. La respuesta del liberalismo a esta cuestión insalvable para el comunismo dogmático está en el sistema de méritos. Según el sistema de méritos del liberalismo, cuando se producen bienes y servicios se generan unas plusvalías, que van a parar a las personas dependiendo de los méritos que cada uno hace para conseguirlas y con esas plusvalías, podemos ir al mercado de bienes y servicios, que regula los precios de los mismos en función de la ley de la oferta y la demanda, y adquirir esos bienes y servicios. Hasta aquí todo perfecto, sin embargo, aquí está el gran error del liberalismo: ¿Cómo se regula ese mercado? Al igual que pasa con el comunismo, cuando se trata de un sistema pequeño y cerrado, esa regulación se produce de forma natural y espontánea, el problema surge cuando intervienen muchas fuerzas distintas en ese proceso o cuando tenemos distorsiones monopolistas y en el caso actual esos dos factores se dan de forma intensísima. Tomando el ejemplo de los zapatos, en este caso nos encontraríamos con 2 personas que se quedan sin zapatos, 4 que les toca 1 par, otras 3 que les tocan 2 pares y otra a la que le tocan 5 pares. Y lo peor es que si miramos el sistema de meritos con detenimiento, encontraremos que el que tiene 5 pares, no siempre es el más inteligente o trabajador, sino que en muchos casos es el que menos escrúpulos tiene.

El sistema liberal al igual que el comunista, no funcionaron en ningún momento de la época contemporánea. El comunismo intento solventar su problema, repartiendo esa desigualdad de acceso a recursos, entre los miembros del partido. Era un sistema de meritocracia también, pero se rompe con a filosofía de partida. El liberalismo por su parte ha sido desde sus orígenes un liberalismo monopolista, en el que el mercado nunca a funcionado de la manera descrita por Adan Smith o David Ricardo.

El Liberalismo a su vez, parte de otra premisa errónea, ya que no tiene en cuenta las desigualdades previas para el acceso al sistema de meritos y esa es una de las principales críticas que se hacen a Talcott Parson, padre del liberalismo moderno.

Con todos esos problemas, la supervivencia de ambos modelos se produce gracias a que en el caso del comunismo, se han creado unos mecanismos de control de la disidencia tan fuertes y/o se ha adaptado a formas más flexibles de acceso a recursos. Y en el caso de las sociedades capitalistas las teorías Keynesianas y el estado de bienestar mantuvieron en situación de letargo al liberalismo sin intentar eliminarlo, ya que lo toma como referencia en muchos aspectos, intentando superar sus deficiencias. El problema, es que con la "muerte" de su eterno enemigo comunista, el liberalismo salio de su letargo de más de 50 años y fue deshaciendo toda idea de redistribución de la riqueza y de justicia social conseguida durante ese periodo.

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