sábado, 8 de noviembre de 2008

YES, WE CAN (2ª parte)

La historia contemporánea está llena de eslóganes, que por su fuerza o la convicción con la que fueron expresados, se han convertido en algo más que eso, se han convertido en principios, en una fuerza dinamizadora e inspiradora que ha movido a la gente a llegar más allá en la búsqueda del bien común.
Quien no conoce uno de los primeros y quizás el más importantes “liberte, egalite, fraternite” principio rector de la revolución Francesa y lema de la actual república Francesa, o el “proletarios del pueblo uníos” con el que termina el manifiesto comunista de Kart Marx, la celebre “prefiero morir de pie, que vivir de rodillas” dicha entre otros por Emiliano Zapata o Ché Guevara, o el “I have a dream” de Martin Luther King.
Todas ellas tienen en común el que hayan traspasado su ámbito temporal y regional para convertirse en lemas universales.
Hoy en día el concepto “eslogan” está muy asociado al marketing y se considera el medio publicitario más efectivo para llamar la atención sobre de un determinado producto. En este sentido, todos podemos recordar algunos de estos eslóganes, como por ejemplo el “I’m lovin’ it” de Mc Donald’s o el “Just do it” de Nike.
Pero, ¿donde está la diferencia entre el primer tipo de eslóganes y el segundo? En primer lugar, la permanencia en el tiempo. Los eslóganes comerciales tienen como función, como he dicho antes, llamar la atención sobre un determinado producto, intentando mejorar su imagen. Sus objetivos están pensados para el corto plazo y con una persistencia en el tiempo pequeña.
Eso mismo se puede decir de los eslóganes de muchas campañas electorales; que partido en la oposición no ha utilizado alguna vez el eslogan “por el cambio”, sin que en muchos casos no tenga un sentido real, ya que cuando llegan al poder nada cambia o si lo hace a veces es a peor, un ejemplo paradigmático de ello, es que lo haya utilizado en su campaña electoral John McCain, eso es quizás el colmo del cinismo.
En segundo lugar, el armazón conceptual que da sentido al eslogan. El “I have a dream” de Martin Luther King, por si solo tiene una fuerza conceptual tal, que se podría adaptar a infinidad de situaciones o productos, pero lo que realmente le dio la fuerza y solidez para convertirse en el símbolo de la lucha racial en Estados Unidos, fue el contenido del mensaje que lo acompañaba y por que no decirlo, la trágica muerte de Martin Luther King, y lo mismo se puede decir del “prefiero morir de pie, que vivir de rodillas” con el Ché.
Yo no quiero que suceda lo mismo que a estos a Barak Obama, pero antes de pensar que el “yes, we can” es algo más que un eslogan para ganar unas elecciones, quiero comprobar que hay algo más que una campaña de publicidad muy bien organizada.
Lo cierto, es que si Barak Obama es capaz de afrontar con valentía los retos a los que se enfrenta el mundo actual, que son de los más difíciles y peligrosos de la historia de la humanidad, el “yes, we can” tendrá un sitio entre los grandes eslóganes de la historia.

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