jueves, 4 de junio de 2009

Muerte en el Atlántico

Cuando la vida se apaga antes de tiempo, ese hueco es ocupado por el sufrimiento tanto de los seres queridos de los que nos dejan, como de los que sin haberlos conocido, empatizamos con ese dolor, entendiendo que ese podía ser yo, o mi hermano, o mi amigo. Pero esa empatía no siempre tiene la misma intensidad y a veces deja al descubierto nuestras vergüenzas.

Esta semana han muerto en el Atlántico unas 260 personas. Muchos pensaran que me he equivocado con la cifra o que he sido poco preciso, pues la cifra es de 216 pasajeros y 12 tripulantes. Este artículo no es para ellos.

Este artículo es para los que sufren al menos la misma empatía por los que iban en el vuelo 447 de Air France, que por los en torno a 30, muchos de ellos niños, que iban en la patera dirección a Tarifa que se hundió esta madrugada.

Pero ¿qué diferencia hay entre los del avión y la patera? Todos tenían una vida por delante, con sueños, amores y esperanzas, sin embargo, unos son primera página de todos los periódicos, sus familiares reciben ayuda psicológica, son visitados por el presidente francés y aunque parezca banal, recibirán una compensación económica, que obviamente no les devuelve la vida ni alivia su tristeza, pero puede solucionar algún que otro problema. Los otros serán noticia en ediciones digitales de algunos periódicos (no todos, porque en El Mundo o ABC no hay ni siquiera una reseña, mientras lo del avión es primera noticia y pasó hace 3 días) y de pasada en los noticiarios de la tele o la radio, mientras rescatan los cadáveres del Atlántico. Sus familiares en muchos casos no recibirán un cuerpo al que dar sepultura, no por no ser encontrado, sino por no tener dinero para repatriarlo, sufrirán la pena en solitario y sin mucho tiempo para el luto y la tristeza, pues sobrevivir les requiere unos recursos, que no les permite distraerse llorando. No solo no recibirán compensación económica, sino que se esfuma su posibilidad de que su familiar le enviara algo de dinero si encontraba trabajo.

Si hay diferencias, unas diferencias que deberían ruborizarnos y que deberían hacernos reflexionar sobre si es este el mundo que queremos, y de no ser así, hacer lo necesario para cambiarlo.

En los próximos meses es poco probable que se caiga otro avión, pero seguro que se seguirán hundiendo esperanzas en nuestros mares. Solo espero que no paguemos su tragedia con nuestra indiferencia.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Con tu permiso (bueno, mas bien sin el) he puesto tu entrada en menéame

Saludos

Anónimo dijo...

Muy buen artículo.
Deja al descubierto nuestras verguenzas.
Saludos